Casi un mes desde la última vez que escribí algo. Y no porque no tenga cosas de las que desprenderme o por el simple hecho de desahogarme. Creo que he caído tanto en la rutina que cualquier intento por fallido que resulte de huir de ella, es posible que merezca la pena. La desgana se convierte en desdicha y complemento impensable, lo mismo por el día que por la noche… y sobre todo pereza. Las doce y media y nada mejor que hacer, ni siquiera dormir ya creo que no hay ganas de que pase el día.
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